Fue luego de realizarle la autopsia. Se pudieron ver interminables silencios. En todas partes aparecían miradas tristes. Notaba que había un dolor generalizado. Lo experimentaba en mi cuerpo y se contagiaba en cada rostro. No era uno, éramos todos.
Hoy Margarita tiene su piel sensible. Tal vez, conscientemente pretendemos encontrar respuestas frente a un horizonte lleno de incertidumbres. Al hacer una pausa, eso terrible que pasó ayer, nos atropella, nos golpea como nunca antes y sin querer nos va llevando a la reflexión… y en lo profundo, seguimos encontrando más impotencia.
Creo que hasta el cielo amenazante quería soltar una lágrima. En ese contexto, familiares y amigos le dieron el último adiós a Ariel Andrés Aguirre.