“Pequeños grandes placeres que me da la vida”
Este domingo 12 de octubre, cerca de las 11 de la mañana, Héctor Leguizamón vivió una escena que quedará grabada en su memoria. En la estación de servicio Dapsa de Margarita, el destino le regaló el encuentro con el reconocido cantautor formoseño Lázaro Caballero. Todo comenzó cuando su compadre “Pirucho” Espinosa le envió una foto con el artista y le propuso ir a conocerlo. “Me llevó enseguida —contó Héctor— y justo estaban preparando unos mates”.
Lázaro lo recibió con la calidez y la humildad que lo caracterizan. “Me saludó muy amablemente, con la sencillez que solo tienen los grandes”, recordó Leguizamón. Luego de la charla y la foto, Héctor quiso dejarle un recuerdo muy suyo: un recitado. “Le encantó la idea y hasta le pidió a uno de sus muchachos que lo grabara”, relató, aún con la emoción a flor de piel.
El momento quedó sellado con dos versos que resumen una filosofía de vida:
“Desde que le eché la pata al suelo que ahora piso,
comprobé que al indeciso cualquier cosa lo abatata.
Que el pobre nunca hace plata si su trabajo es honrado;
quien quiera ser respetado, debe respetar también.
Y andar por la huella bien deja puertas sin candado.
Si tengo alguna virtud, jamás espere que de ella le hable;
si tengo algo descatable, que lo digan lo demás.
No está obligado a dar más quien lo suyo ha compartido;
el tiempo a mí me ha servido para razonar de este modo:
y quien cree saberlo todo… tiene muy poco aprendido.”
“Fue un placer inesperado —concluyó Héctor Leguizamón— estar con uno de los cantantes populares más famosos de este tiempo. Todo se lo debo a Horacio Espinosa… pequeños grandes placeres que me da la vida”.